Por primera vez creí poder alejarme de ese sentimiento que me persigue como si yo fuera su carnada, es difícil explicarlo, no quiero ser la carnada es confuso dentro de mi, mi interior convaleciente quiere salir y se mueve sin control, pierdo la coherencia de mi vida ¿Preparada para lo peor? No, estoy decidida renuncio, siempre me costo ser arriesgada, la vida necesita adrenalina y que más adrenalina que ahora, decidir dejarlo todo, abandonar lo seguro como el trapecista y lanzarse a la nada aun sabiendo que te espera algo que te salvara del otro lado. Bendito aire que constituyes la atmosfera de la tierra, que nos mantienes vivos, ayúdame trae una brisa que sirva para cambiar la visión física que tengo de mí y así ver si cambia mi esencia frágil e insegura.
Me ataca un trance de pensamientos ilógicos, nace la pregunta frecuente ¿Cómo sacarte de mis decisiones? y el miedo me inunda ¿Si te saco de mi cuerpo y ya no vuelvo a sentir? Mantente lejos, déjame en paz, se mi amigo y no huyas, definitivamente no me conformo, no quiero detenerte, reparemos nuestra mente para sanar al cuerpo y darle al alma un buen hogar. Dejo todo y no sigo, es inexplicable aceptar reglas y consecuencias de un juego que quiero perder todo el tiempo ¿Llegue lejos? ¿Me rendí muy rápido? ¿Cuánto falta para el final? ¿Quédate conmigo hasta encontrar el final del arcoíris? ¿Te decepcione? ¿Somos fuertes? Dime en que momento dirás que te encanta cuando muerdo mis labios de nervios, cuando me rio de nervios, cuando te toco y me quemo de nervios. Rómpeme, déjame tirada en el piso del baño para que alguien más vuelva, me mire, me levante y me repare. Luche por no caer, quede con hematomas en todo mi cuerpo, sin embargo, aquí me encuentro de rodillas a tu lado viéndote dormir con tus ojos en otro mundo, pareces un niño miedoso acurrucado, como te explico que esto duele, que realmente duele. Lo siento… Perdí.